domingo, 26 de abril de 2015

La fuente

    La historia era la misma. Quien me miraba a los ojos, claramente creía que era un loco psicópata a punto de cometer una barbarie; sin embargo, el motivo de lo que llevaba por dentro, era diferente… Horas antes, justo cuando la tarde caía, era presa de decenas de interrogantes, las mismas que días atrás me sometían en una angustia indescriptible, no parecía encajar dentro de mi sano juicio que intermediaba entre un claro pretexto por sentir satisfacción por el momento que estaba viviendo. De ese modo sufría por mis karmas y no había tiempo para apelar.
    La noche husmeaba en mi interior buscando mis puntos débiles, volviéndome paranoico y acechando mis temores; la casa pertenecía a otro, que sin mediarlo, tomaba para sí todo cuanto quisiera. Era así que pasaba de estar tranquilo a explotar y caer en pedazos como un edificio en demolición.
    A pesar de lo mucho que creía en mí, la noche era una bestia feroz que me atacaba cruel y despiadadamente, y me devoraba poco a poco ungido con las sales del abandono.

    De igual manera vino la mañana y ahora ciento que las horas pasadas fueron como un sueño que denotaban el insomnio aterrador de un paraje desconocido en mi cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario