lunes, 6 de abril de 2015

Perfidia

    Una vez, agitado y pérfido…, día tras día, que así como de tarde también era por las noches. Ágilmente, sin esperar nada de la vida, jugaba con mi presa. Lo hacía para sentirme vivo y moría cada día un poco. Eran esos días en los que mi saliva recorría tu boca un poco. Días aquellos de los que ya nada queda.
    Siendo yo un depredador hambriento de amor no sabía que pude haber tenido más…, más de lo que perdía, más de lo que tenía, más de lo que sentía.
    Las horas pasaban proscritas entre palabras yacientes en un pudor inexistente. También decía palabras cursis que no dejé de suscitar, que aún hoy recuerdo.
    Creí que eras un conejito al cual, siendo yo un humano, tuve que darle todo mi afecto, todo mi amor.
    Mi vida entera era esa caza que me desquiciaba por infiel o por ser alguien incompleto, qué se yo… pero era mía y la deseaba tanto como para olvidarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario