Dentro de mí no hay silencio. No, sólo están buscando la manera de
sacarme de quicio. No puede ser en los goces como si fuera en lo índole, como
si fuera un síndrome o como si fuera indómito… No se ve en ninguna parte la
barbarie que nos denota en un santo destino inconsecuente, más bien es todo lo
contrario; como si los tontos fueran ellos, como si los gnomos no existieran,
como si estuvieran muertos de verdad.
Es una realidad que nos
consagra como dueños de nuestro ser; cuando miramos fuera y sabemos que todo va
a estar bien; como cuando encontramos una piedra hermosa y creemos que estamos
loco por ella. No damos a entender que estemos pidiendo perdón, como cosa
natural de una equivocación; no trazamos las rayas de una historia que comienza
a transmitir un dilema incognito, que se encuentra a sí misma viviendo una
doble vida, juzgando sin saber.
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