sábado, 6 de septiembre de 2014

Por Dentro y Por Fuera

    Pasaba la más fría noche del mes de octubre en la lejana zona industrial de la ciudad de Maturín. En frente de todo eso la urbanización "Las Garzas" donde resido.
    Tardaba mucho en comprender que dentro de mí nacía un destello de impotencia ante una gran disyuntiva, ésta me daba a elegir entre el amor verdadero y el que no lo es...
    Mientras comía la cena imaginaba en mi cabeza partes de un sueño que me desdibujaba por completo en frente de mi amor verdadero. Quería decirme a mí mismo que lo atrofiado que me sentía por la situación no me cambiaba el estado de ánimo, sino que, más bien me daba risa... Paré de reír porque recordé que no debo de ser tan jactancioso al respecto o terminaría perdiendo a mi amor verdadero para siempre (cosa que [no quería] que sucediera). No obstante, tenía que caer en la cuenta de que no era de gravedad, pero sentía todo lo contrario.
    Un amor criado entre quimérica ¡humm... no se transforma en algo que pueda materializarse si quien lo alimenta no se concibe a sí mismo mientras trata de construir algo que encaja más en el molde utópico, se sensibiliza uno en contra del parámetro mismo en el que se encuentra y se transforma en un idóneo echo para perder el tiempo.
    Algo parecido sucedía conmigo; era difícil cavilar al respecto, y con respecto a la verdad, algo que me diera libertad para actuar dentro de un contacto íntimo mientras me saturaba de condolencias cada vez que miraba para el cielo... ¡No se justifica! Decía para mí mismo al momento de pararme de mi cama. A partir de allí no sabía a qué se debía tanta gratitud de parte mía para con Greis que era mi amor verdadero, pero por otro lado sentía la necesidad de saber que pasaba por su mente las muchas veces en las que nada parecía encajar entre el par que éramos o más bien ese blanco que menudamente cupido lograba acertar.
    En ése entonces, y mucho antes miraba dentro de mí y decía "cielos creo que estoy enamorado" y suspiraba profundo para gloria mía.

    Pensar en la ficción que comprendía mi alma las muchas veces en las que creía verla verterse en las pequeñas mariposas que revoloteaban cerca mío mientras iba de camino para el centro de la ciudad, la sonrisa que se dibujaba en mi rostro me acompañaba durante el resto del día y por consiguiente de que estuviera ocupado o no, o si sólo estaba sentado en alguna panadería disfrutando de un refresco.

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